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“Lo que vi me dejó paralizado”: el testimonio de un investigador


Ellos entran a los lugares donde día tras día ocurre el peor maltrato animal en el mundo. Su trabajo está transformando esa cruel realidad.

Nada de lo que puedas haber visto o escuchado te prepara para lo que encontrarás allí.

Lo primero que sientes es que te cuesta respirar. No podría ser de otra manera dentro de un galpón que siempre está cerrado, sin aire y luz natural donde miles de pollos permanecen hacinados. 

Allí el aire te corta los pulmones, está cargado de vapores de amoniaco de los excrementos y orines de las aves. Yo  solo estuve una hora allí. No puedo imaginar la tortura de estos animales luchando por respirar cada segundo en ese lugar. El único que conocerán en toda su vida.

Parte de nuestro entrenamiento consiste en no perder nuestro foco. Esto significa que, pase lo pase, no debemos olvidar que estamos allí para registrar con nuestras cámaras las horribles condiciones en las que obligan a vivir a los animales. Estamos allí para no ser los únicos testigos de las injusticias que se cometen contra ellos ya que es solo a través de las imágenes que obtenemos que podemos mostrar al mundo esta infernal realidad. 

Pero hay imágenes que te quiebran…y que pueden volver a tu mente sin importar cuántos años hayan pasado. En aquella oportunidad, lo que vi me dejó paralizado. 

En todo el tiempo que llevo investigando granjas industriales una de las cosas más desgarradoras que he presenciado ha sido cuando por primera vez vi a un pollo boca arriba, pateando y aleteando desesperadamente para intentar ponerse de pie. 

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A los pollos los hacen crecer a un ritmo artificial, tan acelerado que sus corazones pulmones y piernas apenas pueden soportar la presión y el peso. Sus cuerpos son su propia tortura, estos sensibles animales no tienen un solo instante de alivio ni paz y los matan a los 42 días de edad, cuando todavía son bebés.

Y así como él, durante años he visto cientos, miles de bebés agonizando por días, paralizados, luchando por respirar ese aire inmundo mientras agonizan por hambre y sed.

Si las imágenes vuelven a mi mente es porque ellos siguen allí.

Y así será mientras exista esta industria que produce alimentos a expensas del sufrimiento y muerte de animales y la devastación de nuestro planeta. Tenemos tantas opciones para no apoyarla y afortunadamente también tantas personas están ya abriendo los ojos ante esta realidad.

Pronto tendré que volver a entrar a otro de estos horribles lugares para poder contarle al mundo las historias de cada uno de estos animales, para que su sufrimiento no permanezca en el olvido.

Sí, las imágenes vuelven a mi, y así será hasta que la última granja y la última jaula estén vacías. 

Por el fin de la crueldad hacia los animales.

Miguel -Investigador


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