La industria pesquera ejerce una de las mayores presiones sobre el medio marino y los animales que viven en él, pero quizá no sepas que también causa sufrimiento y dolor extremos a seres inteligentes sintientes, que se cuentan por billones. 

Está ampliamente aceptado que los peces son capaces de sentir miedo, dolor y angustia -igual que nuestros perros y gatos- y, por lo tanto, sufren considerablemente durante su captura, desembarque y procesamiento. Ser perseguidos hasta la extenuación, aplastados por el peso de otros peces en las redes, sacados rápidamente de aguas profundas y sufrir los efectos de la descompresión (como la rotura de la vejiga natatoria), ser capturados y confinados, clavados, empalados vivos en anzuelos y arrojados vivos a otros peces como cebo son prácticas legales y habituales en la pesca comercial. 

A menudo se retiene a los peces tras su captura durante horas o días, y muchos mueren o sufren heridas mortales durante este proceso. La mayoría de los peces se asfixian o mueren durante el procesamiento posterior a la captura, que puede incluir el eviscerado, el fileteado y/o la congelación mientras están vivos y plenamente conscientes. Algunos peces pueden ser sacrificados con métodos considerados más humanos, como un golpe en la cabeza o la introducción rápida de un instrumento afilado en el cerebro, pero la gran mayoría son sometidos a una muerte dolorosa y prolongada. 

Se calcula que hasta tres billones de peces son capturados cada año y sufren de la forma descrita. Esto convierte a la pesca comercial en un grave problema de bienestar animal.

Podemos ayudar a los peces a evitar este sufrimiento simplemente no comiéndolos. A medida que se reduzca la demanda de pescado, también lo hará el número de animales que sufren. Sólo tenemos que dejar el pescado fuera de nuestros platos y en su lugar probar otras opciones y productos que están comenzando a salir al mercado. 

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