Un ciclo de dolor: la separación de las vacas y sus terneros
Dentro de las paredes de la industria de la leche, se llevan a cabo procesos dolorosos día y noche en un ciclo sin fin, los cuales, esta industria se ha encargado de ocultarnos. Uno de estos, es la separación de las vacas y sus terneros, lo que se traduce en un dolor agónico y constante para ambos.
Separación de sus terneros
Las vacas desarrollan un vínculo inmediato con sus crías, un lazo que si observáramos detenidamente, nos resultaría familiar.
Para las vacas, animales con fuerte instinto protector, el periodo de gestación dura 9 meses. Sin embargo, poco después del nacimiento, les arrebatan a sus crías para así evitar que beban su leche. Esta separación es sumamente estresante para ambos, ya que las primeras horas son fundamentales para el desarrollo de los terneros recién nacidos. Durante este tiempo, ella lame repetidamente al ternero, estimulándolo y ayudándolo a ponerse de pie y moverse.
Después de ser separados, las vacas hacen todo lo posible por encontrar a sus crías, las buscan desesperadamente y expresan su angustia con fuertes lamentos cuando están confinadas en espacios reducidos. Pueden llegar a sufrir durante semanas.
Esta es una cruel constante en la industria láctea. Cada vaca es forzada a pasar por el mismo proceso una y otra vez; a experimentar inseminaciones artificiales para poder producir leche en un ciclo de preñez constante, hasta que sus cuerpos no pueden soportarlo más y son enviadas al rastro.
En cuanto a sus crías, si son machos se les descarta al no ser considerados útiles para la producción de leche; la industria láctea los envía al rastro para aprovechar su carne. Si son hembras, serán usadas para reemplazar a otras vacas que dejan de ser consideradas productivas. Cuando llega el momento, son condenadas a repetir los ciclos de inseminación forzada y gestación de sus madres.
Una industria que oculta la verdad
Las vacas en la industria de la leche sufren cada día en silencio; son inseminadas, golpeadas y sometidas a crueles prácticas en repetidas ocasiones; cuando su producción de leche disminuye o sus cuerpos no pueden sostenerse más, son enviadas al rastro. A ninguna vaca se le permite vivir su vida natural de hasta 25 años, por lo general, sólo llegan a los dos o cinco años (los terneros únicamente viven uno o dos años).
Como consumidores tenemos un gran impacto, nuestras decisiones impactan en los demás y los animales han sido siempre los más afectados. Por ello con estas imágenes invitamos a las personas a que reconozcan ese impacto y tomen decisiones informadas para evitar participar de la crueldad hacia los animales. La industria láctea nunca mostrará estás imágenes en su publicidad, por eso es tan importante difundirlas.
Dulce Ramírez, Vicepresidenta de Igualdad Animal en Latinoamérica.
¿Te gustaría ayudarnos a parar esto?
La manera más efectiva y rápida de proteger a las vacas y sus terneros es optar por un estilo de vida compasivo y una alimentación basada en plantas. Al dejar de consumir lácteos y carne, estamos dando un paso significativo hacia un mundo más justo y respetuoso para todos. ¡Puedes hacerlo al cambiar el origen de tu leche! Firma tu compromiso hoy y ayuda a los animales.
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DEFIENDE LA MATERNIDAD
Los instintos maternales de una vaca fomentan un vínculo tierno con su vulnerable cría. Preserva esta tierna relación eligiendo alternativas de origen vegetal a los productos lácteos.