La hija de granjeros que se negó a matar animales
Helen Peppe es la más joven de 9 hermanos criados en una granja en Maine, Estados Unidos. Desde niña vio cómo los animales que sus padres criaban eran matados uno tras otro. Era el negocio familiar y, además, se dejaba claro a todos que los animales «estaban hechos» para ser comidos.
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«Mi padre, olvidándose de que era un animal, afirmaba a menudo que los animales no pueden pensar ni sentir, y están hechos para ser comidos», afirma Helen. A pesar de esto ella pudo darse cuenta de que las vacas, cerdos, ovejas, conejos y gallinas querían desesperadamente mantener sus vidas, como cualquiera de nosotros los humanos. Un día al mirar el montón de cuerpos decapitados Helen supo que no volvería a comer ninguno de ellos, porque ¿cómo podría comer a alguien que disfrutara de atenciones, cariño y que, evidentemente, no quería morir?
«Tras observar la muerte de tantos animales que disfrutaron jugando en los pastos y corrales con sus corderos, becerros y lechones, quise protegerlos, salvarles la vida».
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Helen publicó el libro «Los cerdos no pueden nadar», cuyo título es una alegoría a todo el sinsentido que significa crear animales para consumo (los cerdos, de hecho nadan y muy bien). En su obra ella responde a sus críticos sobre lo duro que fue para ella crecer en una granja y ver a sus amigos ser llevados al matadero y ser comidos. Suscríbete gratuitamente a nuestro boletín y recibe las mejores noticias de actualidad sobre los animales y opciones de alimentación. Una reflexión de Helen nos lleva a mirar muy adentro de nosotros y de esos animales que son destinados para el consumo de su carne: «Si los animales están destinados a ser matados, ¿por qué no caminan libremente, de forma cooperativa, en lugar de luchar hasta el final?¿Por qué lloran de terror?». ¿Seguiremos volteando la mirada para ignorar su sufrimiento? Sabemos que no. Cada vez son más las personas que deciden alinear sus principios sobre el maltrato a los animales con sus hábitos de consumo y muchos estudios científicos e instituciones gubernamentales y no gubernamentales promueven la reducción del consumo de carne. Porque nos importan los animales y no queremos que sufran ¡sigamos adelante!