“Borrosos”, límites entre industria cárnica y gobiernos: Harvard
Las grandes empresas productoras de carne “ejercen un enorme poder financiero y político, aumentando la probabilidad de capturar” a los agentes regulatorios del gobierno. Con esa firmeza, la Escuela de Derecho de Harvard expone cómo es que la industria de la carne y la ganadería industrial han construido un sistema en el que el cambio climático, la salubridad y el bienestar animal quedan en segundo plano, por detrás del interés económico.
En su más reciente informe sobre el riesgo de zoonosis (enfermedades infecciosas que pasan de los animales a los humanos) vinculadas con el comercio de animales, el Programa de Derecho y Políticas Animales Brooks McCormick Jr. dedica un apartado a la relación entre la industria y el gobierno, entrelazados por la regulación.
Poder económico
“En muchos países, sobre todo en Estados Unidos, existe una fuerte expectativa de que la carne sea asequible y esté ampliamente disponible. Como resultado, hoy en día, la industria cárnica estadounidense está fuertemente y cada vez más subvencionada”, explica el reporte dado a conocer esta semana.
Es decir, la industria gana más con el dinero de los contribuyentes, lo que contrasta con la frecuente respuesta que ofrece cuando se intentan introducir políticas que propicien el bienestar de los animales: es costoso.
De hecho, el poder económico de la ganadería intensiva está tan concentrado que en Estados Unidos los cuatros mayores productores controlan: el 82% del mercado de carne de vaca, el 66% de cerdo y el 54% de pollo.
Poder político
De acuerdo con el informe de la Escuela de Derecho de Harvard, el poder de la industria cárnica no se puede entender sin su relación con el gobierno: “los límites entre la industria ganadera y quienes la gobiernan pueden llegar a ser borrosos, ya que un Estado tiene un gran interés en el éxito de la industria nacional”.
Esta “amenaza de captura reguladora” se manifiesta en formas tanto legales (como donaciones de campaña o sofisticados grupos de presión para reducir la regulación de la industria ganadera), como ilegales.
Como ejemplo, el informe recuerda el caso JBS, el mayor productor mundial de carne, que en 2020 se declaró culpable por sobornar con cientos de millones de dólares a más de mil 900 políticos y funcionarios para asegurar una financiación a bajo costo de bancos estatales.
Sin embargo, como ya se dijo, la relación puede darse de manera legal: el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil es dueño del 20% de JBS, financiado con los impuestos de los contribuyentes.
Riesgo para los humanos y los animales
Para los autores del informe, estas decisiones reguladoras, subvenciones y otras “ayudas estructurales” entre la ganadería industrial y agentes gubernamentales tienen escasa consideración de los riesgos de las zoonosis.
Cuando este riesgo se llega a considerar, tiende a analizarse desde la amenaza de la zoonosis para los animales vistos como un producto y no como seres sintientes, y mucho menos se consideran los riesgos zoonóticos que representa por sí misma la ganadería industrial.
“Muchos países, como EE.UU., regulan el ganado principalmente desde el momento del sacrificio hacia adelante, mientras que en algunos casos, sobre todo con los virus, el riesgo de transmisión puede ser mayor mientras el animal está vivo”.
A pesar de que existen países como Países Bajos o Alemania, donde se plantean estrategias para reducir el impacto de la ganadería industrial, el reporte señala que estas decisiones “tienen poco que ver con la preocupación por las enfermedades, y quizás menos aún con el bienestar animal”.
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