

Peces, ellos también quieren vivir

Los peces, al igual que otros animales, poseen un mundo emocional y vivencial complejo. Sus sorprendentes capacidades de aprendizaje y memoria son solo algunas de sus características, pero lo más relevante es su percepción del dolor. Los peces sienten, sufren y buscan preservar su vida.
Victoria Braithwaite, científica británica, ha demostrado que los peces poseen nociceptores, es decir, receptores sensoriales que les permiten sentir dolor. Estos estudios e investigaciones desmienten la idea de que los peces son insensibles y refuerzan la necesidad de considerar su bienestar.

Los peces usados en acuicultura y pesca industrial experimentan niveles elevados de cortisol, una hormona del estrés, cuando son manipulados, confinados o matados sin aturdimiento. El hacinamiento en granjas acuícolas provoca signos de angustia, debilitamiento del sistema inmunológico y alteraciones en su comportamiento. Estas condiciones evidencian un profundo sufrimiento que no puede ser ignorado.
Además, algunas especies de peces desarrollan vínculos sociales y estrategias de cooperación, lo que indica que pueden experimentar emociones similares a la ansiedad y el miedo cuando están en peligro. La separación de sus compañeros puede generar estrés severo, y hay estudios que sugieren que ciertos peces muestran comportamientos de consuelo y apego.
Sin embargo, a pesar de estas evidencias, la vida de los peces es reducida a un simple recurso en la industria pesquera y acuícola. Su sufrimiento es minimizado al grado de no considerarse tan real como el de otros animales, aunque es absolutamente comparable.

La industria es la responsable de que nuestra percepción sobre los peces y la vida marítima sea tan distorsionada. Se nos ha inculcado que estos sensibles animales no son individuos que merezcan ser protegidos a toda costa. La industria refuerza esta idea al referirse a ellos en términos cuantificables como “toneladas de pescado”, en lugar de reconocerlos como seres vivos con intereses propios.
El sufrimiento de los peces ha sido invisibilizado, y su expresión facial distinta a la humana ha alimentado la falsa idea de que no sienten dolor. Estas percepciones erróneas no son casuales, sino el resultado de estrategias de la industria para justificar su explotación y seguir beneficiándose de su existencia.
Compasión: la forma más efectiva de ayudarlos
A pesar del sufrimiento infligido a los peces en la industria de la acuicultura y la pesca, aún podemos tomar decisiones que garanticen su bienestar. La manera más poderosa de ayudarles es elegir la compasión en nuestras acciones diarias. Optar por una alimentación basada en plantas, libre de crueldad y llena de empatía, es una de las formas más efectivas de marcar la diferencia y honrar la vida de estos seres sensibles.
Love Veg, el programa educativo de Igualdad Animal, te comparte 5 recetas imperdibles para elegir el sabor del mal sin recurrir a la pesca esta temporada. Estas recetas son deliciosas, fáciles de preparar ¡y totalmente gratuitas! Conócelas en este link.

DEFIENDE A LOS DESPROTEGIDOS
Los científicos confirman: Los peces tienen vida emocional y la capacidad de sentir. Ayuda a estos seres sensibles eligiendo alternativas de origen vegetal a los productos alimenticios de origen animal.
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