Derechos de los animales: de las leyes al cambio cultural
A lo largo de la historia, los movimientos sociales han demostrado que el verdadero avance no depende únicamente de las leyes, sino de una transformación cultural. Desde los derechos civiles hasta los derechos de las mujeres, hemos aprendido que las leyes pueden ser un catalizador, pero el cambio genuino ocurre cuando replanteamos colectivamente nuestras normas, valores y prácticas. En el caso de los derechos de los animales, esta dinámica es más relevante que nunca.
Recientemente, la aprobación de reformas constitucionales en México que incluyen la protección de los animales es un logro monumental. Aunque cruciales, estas legislaciones no son suficientes. Son un primer paso, un indicador cultural de que la sociedad empieza a cuestionar su relación con los animales, pero el verdadero trabajo está en asegurar que estos avances legales se traduzcan en cambios tangibles en la vida cotidiana de las personas.
El camino hacia un mundo más justo para los animales no solo se traza en los parlamentos, sino en las mentes y corazones de las personas; es indispensable generar un cambio cultural profundo que haga que la explotación animal sea vista como inmoral y, finalmente, inaceptable en una sociedad verdaderamente justa.
El comienzo del cambio cultural
La mayoría de las normas y valores que actualmente aceptamos como “naturales”, en realidad han sido construidas por grupos específicos con influencia política y cultural. Esto no es nuevo, el filósofo Antonio Gramsci lo desarrolló en su concepto de hegemonía cultural.
En el caso de la explotación animal, la hegemonía actual refuerza una visión del mundo en la que los animales son considerados meramente recursos al servicio de los humanos.
Los movimientos sociales, como el de los derechos de los animales, desafían esta hegemonía promoviendo la empatía, el respeto y la compasión. Este cambio cultural es un proceso gradual que requiere trabajo, educación y la modificación de prácticas sociales.
“El activismo por los derechos de los animales, al visibilizar la explotación animal, está empezando a debilitar la hegemonía que normaliza la crueldad hacia los animales”
Transformar la mentalidad colectiva
El sociólogo Pierre Bourdieu acuñó el término habitus para describir cómo las personas interiorizan las estructuras sociales en sus formas de pensar y actuar. En otras palabras, nuestro comportamiento diario está influenciado por las normas y valores de la sociedad.
Para que el activismo por los derechos de los animales sea verdaderamente transformador, no basta con cambiar las leyes; es necesario modificar el habitus colectivo, es decir, la manera en que la sociedad percibe y se relaciona con los animales.
Un ejemplo de este cambio es la creciente adopción del veganismo y las decisiones cotidianas que más personas toman para evitar productos que implican sufrimiento animal. Estas elecciones reflejan un cambio en el habitus, promovido por campañas educativas y un replanteamiento cultural.
Romper con la ideología de la explotación animal
Herbert Marcuse, un filósofo de la Escuela de Frankfurt, argumentaba que la opresión no solo se mantiene por la fuerza, sino también por una ideología que normaliza la explotación. La ganadería industrial es un ejemplo claro de esta ideología, que presenta la explotación animal como “necesaria” para el bienestar humano, lo que dificulta que las personas cuestionen estas prácticas.
Para construir una sociedad más justa para los animales, necesitamos liberar nuestras mentes de esta ideología. Marcuse nos enseña que el cambio social profundo requiere un replanteamiento de los valores que consideramos inamovibles.
Al desmantelar la idea de que los animales son meros recursos, podemos empezar a construir una sociedad en la que la explotación animal sea vista como inaceptable.
¿Cómo medimos un cambio cultural?
Para lograr un cambio duradero necesitamos estrategias que combinen la legislación, la educación y las políticas públicas, pero también debemos prestar atención a los indicadores culturales.
La ganadería industrial, con su publicidad engañosa, nos hace creer que el maltrato animal está lejos de nuestra realidad. Esta industria utiliza estrategias de marketing para convencernos de que los animales son simplemente productos, ocultando la verdad de su explotación.
Por esa razón, para el movimiento de los derechos de los animales es crucial realizar campañas que desmantelen estos mitos, revelen la verdadera situación e informen sobre alternativas compasivas.
Cada campaña debe estar diseñada para ofrecer a las personas recursos que les permitan reflexionar sobre su relación con los animales y, lo más importante, soluciones y alternativas para modificar sus hábitos para reducir el sufrimiento animal.
El progreso legal es alentador, como lo hemos visto con las recientes reformas constitucionales, pero el éxito real se mide cuando las actitudes y comportamientos cambian. Necesitamos indicadores culturales que evalúen no solo el avance legislativo, sino también cómo estas leyes afectan la percepción y el trato hacia los animales.
El verdadero cambio requiere una transformación cultural que abarque todos los aspectos de nuestra relación con los animales, desde lo que comemos hasta cómo los tratamos en nuestra vida diaria.
Solo así podremos asegurar que las leyes no solo existan en el papel, sino que reflejen una nueva realidad para los animales en el mundo que queremos construir.
La alimentación como eje del cambio
Los hábitos alimenticios son uno de los puntos donde los consumidores tienen más poder. Cambiar lo que comemos es probablemente el gesto individual que más impacto tiene en la vida de los animales. Sin embargo, este cambio no se logrará sin una educación clara y constante sobre los daños causados por la ganadería industrial y sobre las alternativas compasivas disponibles.
A través de políticas públicas y programas como Love Veg, que promueven una alimentación basada en plantas, ofrecemos a las personas una vía concreta para adoptar estos cambios. Optar por una alimentación sin productos animales no solo reduce el sufrimiento animal, sino que también contribuye a la salud pública y a la sostenibilidad del planeta.
Este enfoque crea una nueva cultura en la que el respeto y los derechos de los animales se convierten en la norma.
FOMENTA LA COMPASIÓN
Como madre capaz de sentir, una gallina defenderá a sus pollitos a toda costa. Apoya el amor de una madre reemplazando los huevos en tus comidas con alternativas a base de plantas.
AYUDA AL DOBLE DE ANIMALES ¡HOY!
Todas las personas pueden ayudar a los animales. Dede un cambio en la alimentación, una acción digital, compartir información, todo suma, estemos donde estemos. Por eso hoy no podemos dejar de decirte que tienes una oportunidad única para ayudar al doble de animales.
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