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Historias felices de animales de granja

Cambios de corazón: 3 personas que dejaron de criar animales para salvarlos de la crueldad


Criar animales, verles crecer y compartir con ellos cada día de su vida para finalmente enviarlos al matadero, debe ser terrible.

Criar animales, verles crecer y compartir con ellos cada día de su vida para finalmente enviarlos al matadero, debe ser terrible. Pero, para cada una de las personas cuyas historias conocerás a continuación este era su día a día. Algunos, inclusive, pertenecen a familias que por generaciones se han dedicado a la ganadería.

Durante muchos años, estos granjeros separaban madres e hijos y enviaban animales al matadero. Pero un día, comenzaron a darse cuenta de que su trabajo se les hacía más difícil en la medida en que conocían más a estos inteligentes y sensibles animales. Llegaron a cuestionarse si era correcto lo que les hacían, y decidieron abandonar el negocio para librarlos del sufrimiento y la muerte.

Pero, ¿qué fue exactamente lo que los llevo a esa reflexión?

Sus historias de compasión te lo revelarán.

1. Bob Comis, el granjero de cerdos

Antes de decidir cerrar su negocio y enviar todos sus cerdos a un refugio de animales, Bob Comis ya había enviado 2.000 cerdos al matadero. Fue tan solo tras darse cuenta de que le encantaba pasar tiempo con ellos y que reconocía sus particularidades y que por eso les puso nombres, que reconoció que no podría seguir dedicandose a esto.

Actualmente, Comis mantiene su conciencia tranquila dedicándose a cultivar verduras y hortalizas. Atrás quedaron los días en que enviaba al matadero a los maravillosos seres que luego logró conocer tan bien.

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2.  El granjero irlandés que salvó a sus vacas a enviándolas a un refugio de animales

Para el momento de su jubilación, un granjero irlandés decidió hacer algo inusual entre sus colegas y para su país: enviar a todas las vacas y otros animales de su granja a un refugio en vez de al matadero, como hubiera sido habitual.

Él consideró que, al igual que él, las vacas también merecían jubilarse luego de haber pasado tantos años en la granja: «Ahora me puedo jubilar en paz con mi conciencia, sabiendo que ellas vivirán el resto de sus días juntas», declaró.

Varias de las vacas estaban embarazadas y sus bebés nacieron en el refugio de animales que los recibió. En este lugar, al contrario de las granjas de la industria láctea, estas madres e hijos jamás serán separados y vivirán juntos hasta el final de sus días.

3. El granjero de vacas de cuarta generación

Howard Lyman se dedicó por más de 20 años a enviar vacas al matadero. Un buen día se preguntó a sí mismo y sin saber que al hacerlo su vida cambiaría por completo, «¿deberíamos seguir comiendo animales?».

Ese momento representó un punto de no retorno para Lyman: «Yo sabía cómo lucían esos animales en el área de matanza. Yo sabía lo que había en sus ojos y yo era la persona que los había llevado hasta ahí», afirmó.

Lyman vendió su granja de 1200 acres y se quedó con 126 que convirtió en un refugio de animales de granja. Además, empezó a alimentarse con alternativas a la carne y se convirtió en un defensor de la causa de los animales de granja. Actualmente, recorre el mundo ofreciendo conferencias para promover una alimentación basada en vegetales y la agricultura orgánica.

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